25 de marzo: Solemnidad de la Anunciación del Señor a María

Dios está aquí

La anunciación del Ángel a María, en el contexto de la pandemia que sufrimos,  puede parecer anacrónica, pareciera que celebrar en tiempos de pandemia es una locura. Sin embargo, el texto de la Escritura nos sitúa una vez más ante el misterio de la irrupción de  Dios en la vida cotidiana, en este caso, en la cotidianeidad de María de Nazaret. Pero esta es también una fiesta para recordarnos que hoy, en 2020, irrumpe con bendiciones en la vida de cada persona. Sí, es una locura… Es una locura no aceptarlas.

María en la Anunciación no se espantó, no salió corriendo, no se achicó. María buscó, miró de frente el misterio, lo meditó, lo acogió y respondió. Quizás esas actitudes de la Virgen nos puedan ayudar en tiempos de pandemia.

Dios está aquí, aparentemente ausente, pero está; de manera muy real y elocuente nos habla a la humanidad, nos hace buscar juntos, a sentirnos parte de la familia humana, a alentarnos, a llorar juntos, a desearnos el bien, a cuidarnos. Muchos han empezado a rezar a raíz de esta situación mundial, otros han retomado la oración después de mucho, todos preguntándole al  Señor ¿Cómo es esto? ¿Cómo es posible? igual que María. A Ella el Ángel le explicaba lo que sucedería de ahora en adelante, lo que tendría que hacer y lo que vería. Y a nosotros la respuesta la da a través de mediaciones concretas (médicos, expertos, auxiliares de la salud, etc.), que nos cuentan lo que pasa y cómo actuar, cómo va a ser, cómo venceremos la pandemia… queda en cada uno escuchar y actuar, ponerse en la línea de la obediencia, del servicio, del acompañar y confiar.

Es hermoso pensar que no estamos solos y sabernos amados por el Padre Dios que nos está sosteniendo con su providencia, inspirándonos con su Espíritu amoroso… y que Jesús está caminando en medio nuestro apretando fuerte la mano de aquel que está enfermo, solo y con miedo, repitiendo a lo más hondo de su corazón: “Yo estoy contigo” (Isaías 41,10)

María, Madre la Anunciación, ruega con nosotros y ayúdanos a transformar nuestros miedos en obediencia.