Misión: mi estilo de vida!

Hola! Soy María Luján, tengo 19 años y soy de la Arquidiócesis de La Plata. A los 14 años empecé mi camino de entrega al Señor, dentro de un grupo misionero en la Parroquia Nuestra Señora de la Victoria. Allí empecé a interesarme por el anuncio del Evangelio y el mandato que Jesús hizo a sus apóstoles:

“Entonces les dijo: «Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación” Mt. 16,15.

En nuestra arquidiócesis, desde 2011, se hace una Misión Juvenil en enero, que dura diez días en dónde participan más de 100 jóvenes de La Plata y alrededores. Yo empecé a participar desde el año 2015, ese año fue un antes y un después, tanto en mi vida social como espiritual; allí sentí el llamado del Señor por primera vez a su proyecto de amor y descubrí que la Misión era mi estilo de vida.

En esa misión el Señor me hizo un gran regalo, se encargó de poner en mi camino y plantar en mi corazón el carisma, del cual me enamore a primera vista. Y por eso considero a las misiones como momentos fuertes de revelación, regalos y unión de caminos.

Esta misión juvenil está pensada para llegar a esos barrios que no pertenecen al casco urbano de la ciudad y poder anunciar, hacer ruido y formar comunidad entre los vecinos. La Misión Juvenil Arquidiocesana significa para mí, reencontrarme con aquellos que son miembros del mismo cuerpo de la Iglesia y que cada año renovamos el deseo de hacer conocer a Dios. También significa conocer a los jóvenes que se suman y se animan a anunciar el Evangelio por las calles de su propia ciudad y porqué no, para refrescar nuestra realidad, tanto social, como Pastoral. Dentro de los jóvenes que participan, también se congregan religiosas, sacerdotes y seminaristas, lo que hace más enriquecedora la experiencia apostólica.

Toda misión se caracteriza por algo, tiene eso que la hace única e irrepetible, que te da ganas de volver cada año.

En la misión la voz del Señor se hace más clara, te abrís al encuentro con el hermano, y haces ese click que te permite abrir los oídos del corazón para hacer la voluntad del Señor y sacrificar tus vacaciones, tus comodidades, solo para que aquellos que no conocen, puedan vivir la magia y la alegría de la fe y la vitalidad de una  iglesia en salida.

Este año se realizó en Berisso en las Parroquias de San Francisco de Asís y en Nuestra Señora de Loreto, con el lema: “Te alabo a Ti”, haciendo alusión al Cántico de las Creaturas de San Francisco de Asís. Ambos son barrios complicados, pero muy abiertos; la mayoría de los vecinos abrían su puerta y te escuchaban, algunos pocos se animaban a dejarte pasar. La Misión se organiza en centros y grupos, cada centro tiene su espacio para actividades con niños y para realizar la Santa Misa durante la tarde; en mi centro, que tenía de Patrono al Santo Cura Brochero, pudimos dejar una cruz pintada con las manos de los niños del barrio y de los misioneros, como recordatorio del paso de Cristo por el barrio.

Misionar para mí es ser parte de la historia de salvación de alguien más, es sembrar esa semilla que alguien ya plantó en mí hace tiempo. Quizás no llegue a ver los futos, ni siquiera el brote; pero el Señor, que sabe todo y ve en lo secreto, que incluso tiene el poder de ver como germina esa semilla, hace una fiesta en el cielo cada vez que tocamos un timbre o golpeamos las palmas, para anunciar su amor.

Hay una canción que me emociona tanto que creo que resume toda mi experiencia misionera, en especial un fragmento:

“Y así, en marcha iré cantando.                                        

Por pueblos predicando,

Tu grandeza, Señor…

Señor, tengo alma misionera

Condúceme a la tierra

Que tenga sed de Vos.”

(Alma misionera)