Un padre que supo ser hijo. San José y la paternidad.

“Con corazón de padre: así José amó a Jesús”

José vio a Jesús progresar día tras día «en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres» (Lc 2,52). Como hizo el Señor con Israel, así él “le enseñó a caminar, y lo tomaba en sus brazos: era para él como el padre que alza a un niño hasta sus mejillas, y se inclina hacia él para darle de comer” (cf. Os 11,3-4).
Jesús vio la ternura de Dios en José: «Como un padre siente ternura por sus hijos, así el Señor siente ternura por quienes lo temen» (Sal 103,13).

 

Cuando somos niños nos subimos y trepamos a todas partes, y nos lanzamos sin miedo, porque sabemos y tenemos la seguridad de que papá va a estar ahí con los brazos abiertos, listo para atraparnos.
Él es nuestra mayor protección y nosotros somos su mayor tesoro.
Él nos quiere y nosotros nos sentimos queridos.
Él lo da todo y a nosotros no nos falta nada.
Él nos ama y nosotros le amamos.
Así es el Padre del Cielo con sus hijos; y San José, que era justo y que quería agradar en todo y parecerse en todo al Padre, supo acoger y proteger a su hijo.
Lo más hermoso de todo es que Jesús descubrió primero la ternura de Dios a través de José, no porque fuera un “súper hombre”, sino porque era obediente, sumiso a la voluntad de Dios. Era un “súper hijo”.
Así fue la paternidad de San José: confiaba y daba confianza; era buen padre siendo buen hijo.

 

La cercanía del Día del Padre nos invita a reflexionar sobre nuestra forma de ser hijos, e hijos de Dios.

¿Tenemos esa confianza en nuestro Padre Dios?
¿Acudimos a Él en nuestras necesidades?
¿Le compartimos nuestras alegrías?
¿Cómo vivimos la relación con nuestros propios padres?
¿Somos agradecidos con ellos?
¿Somos comprensivos?
¿Somos un sostén a medida que avanza su vida?
¿Tenemos la bondad de perdonar y vivir reconciliados con los que no nos gusta tanto de nuestros padres?

Y la cercanía del Día del Padre puede ser, también, una linda ocasión para pensar para quienes son padres…

Entendiendo la paternidad como la capacidad de engendrar vida a tu alrededor, la capacidad de tener hijos biológicos o espirituales… ¿Cómo vivís y/o asumís tu ser padre?

José miraba al Padre de los Cielos y según ese modelo ejercía su paternidad… ¿Vos haces así, como José? ¿Podes decir que  tus hijos, como Jesús, descubren la ternura de Dios en tu propia ternura hacia ellos?

¡Animo! Seguí confiando en la grandeza de la paternidad que se te confía.

Mira a San José para sacar buenas ideas y conseguir una ayuda segura, y ciertamente no quedarás solo ni defraudado en este desafío  de ser llamado “papá”. ¡Feliz día del Padre!

  Y, finalmente, a todos nosotros, José Santo, ayúdanos a ser buenos hijos del Padre Eterno; tu corazón de padre y de hijo, sea aliento y defensa en medio de lo que vivimos.

 

Oh, bienaventurado José,
muéstrate padre también a nosotros
y guíanos en el camino de la vida.
Concédenos gracia, misericordia y valentía,
y defiéndenos de todo mal. Amén.

 

(Los textos en cursiva son extractos de la carta Patris Corde)