¿Cuál es la mirada que tenemos hacia lo que vendrá?

En este tiempo incierto, de tantos cambios, de vacíos profundos, donde los encuentros con nuestros vínculos son a través de pantallas y audios, me pregunto y te pregunto: ¿cuál es la mirada que tenemos hacia lo que vendrá?

Y aquí miles de respuestas desde varios contextos. El reencuentro con nuestros seres queridos es lo más deseado, abrazar, besar, compartir una comida, un mate, seguramente es lo que más extrañamos.

Volver a nuestros grupos sociales: las escuelas, el trabajo, el deporte compartido. Pero aún queda un tiempo, un tiempo de espera, de reflexión, de cuidado. Un cuidado que debe mantenerse activo, cuidarse y cuidar al otro, a ese prójimo que necesita de mí.  La salud de todos depende de las acciones responsables de cada uno. Y sin embargo creemos: todo irá bien.  Lo intuimos por la capacidad que muchos de nosotros sobre todos los chicos, niños y adolescentes, han tenido en no dejarse estar, sino de reaccionar. Y así experimentamos una gran actitud: la resiliencia, frente al miedo y el desaliento debemos decidir si quedarnos paralizados o utilizar esta situación de manera creativa. Entonces buscamos acciones nuevas para reorganizarnos y enfrentar esta situación inédita.

Desde la docencia nos reinventamos con videollamadas tratando de acompañar para no renunciar a la escuela, buscando las maneras, los recursos, reinventando contenidos y ofreciendo la relación emocional y empática manteniendo un contacto sereno y ameno para el aprendizaje. Añorando que la vuelta sea pronta, necesitando las miradas, las palabras, el decir y el escuchar.

Rezando por los trabajadores de la salud que le dan batalla día a día, en el anonimato, vencidos por el cansancio en su misión de ayuda al prójimo, dando su vida.

Como familias volvimos a encontrarnos, a reconocernos, a compartirnos. Buscando momentos, generando nuevos. Organizando la casa, los horarios, las tareas. Invitar a la alegría pudiera parecer una provocación, e incluso, una broma de mal gusto ante las graves consecuencias que estamos sufriendo por el COVID-19.

Y es en este contexto en que, estando separados, refugiados en nuestros hogares, también estamos juntos en esta tormenta. Nuestro Santo Padre Francisco, aquel 17 de marzo, cruzando la Plaza lluviosa, vacía, silenciosa, ha escuchado resonar las palabras del Evangelio de Marcos, que relata acerca de la barca de los discípulos en medio de la tempestad. Después a entregado al mundo que estaba escuchando un mensaje de confianza, esperanza y consolación capaz de hablar a nuestro corazón: “El comienzo de la fe es que necesitamos   la salvación. No somos autosuficientes; solos nos hundimos. Invitemos a Jesús a la barca de nuestra vida. Entreguémosle nuestros temores para que los venza. Abrazar su cruz, es abrazar todas las contrariedades del tiempo presente, abandonando por un instante nuestro afán de omnipotencia y posesión para darle espacio a la creatividad que sólo el Espíritu, es capaz de suscitar. Es animarse a motivar   espacios donde todos puedan sentirse convocados y permitir nuevas formas de hospitalidad, de fraternidad y de solidaridad”.

En este bello mensaje que nos ofrece Francisco está la clave para pararse y seguir, continuar en la barca mirar más allá, ofrecerle al otro desde mi lugar lo que tengo para dar. Hacer de mi dolor, de mi pesar, un motivo para levantarme y continuar.  Buscar en el otro, aquello doloroso, por lo que sufre y tratar en la medida de mis posibilidades ofrecerle mi ayuda, mi solidaridad, mi palabra, mi caridad.

Abracemos esa cruz que nos pesa, recordemos a María, nos dice Francisco: ”[…] la mujer del Evangelio. Frente a las dudas, el sufrimiento, la perplejidad ante la situación e incluso el miedo a la persecución y a todo lo que le podría pasar, fue capaz de ponerse en movimiento y no dejarse paralizar por lo que estaba aconteciendo. Por amor al Maestro, y con ese típico, insustituible y bendito genio femenino, fue capaz de asumir la vida como venía, sortear astutamente los obstáculos para estar cerca de su Señor […]”

 

Miriam Kiroff