Hágase en mí
Estamos transitando el mes dedicado a María, y como cristianos católicos debemos ejercitarnos en el amor a ella, reflexionar acerca de sus virtudes, exaltar sus valores. Nos proponemos en este breve artículo poner nuestra mirada en su persona y destacar que la Santísima Virgen es una “escuela de virtudes”; una criatura especial, desde el momento en que Dios la eligió para poner en sus brazos a su Hijo Unigénito. El fiat de María, el Hágase, su Sí, es lo que nos trajo la redención. Ella es como una nueva Eva que no falló. Es la co-redentora, porque sin ella la obra de Salvación no podría haberse cumplido. Es, además, el camino seguro, fácil y corto para acercarnos a Cristo y parecernos más a Él.
Cuando Jesús estaba en la Cruz, desnudo y despojado de todo, y lo único que tenía para entregar en testamento era su Madre, la ofreció a Juan, su discípulo amado, en una síntesis de su maternidad universal. Con esto, quiso Jesús decirle a María que nos formara como lo había formado a él, y a Juan quiso recomendarle que descansara en su regazo, que se confiara a sus manos maternales.
Por lo tanto, María es modelo de humildad profunda, de fe y obediencia ciega, al punto de entregarle a Dios lo más preciado, su Hijo, para la salvación de los hombres.
Entonces, si Dios Omnipotente confió incondicionalmente en la Virgen María y puso a Su Hijo Unigénito en sus brazos, ¿cómo no vamos a hacerlo nosotros?
Cuando le demos todo a María, ella se hará cargo de nosotros y de nuestros seres queridos.
Cuando estemos como ciegos en las horas oscuras, María escuchará nuestro grito desesperado.
A la hora del sufrimiento, María estará allí, de pie a nuestro lado, abrazándonos con ternura.
En las decisiones importantes, María nos mostrará el Camino, la Luz, la Verdad, la Vida. Ella será la dulce y firme Pastora que nos conduzca siempre por el mejor camino a Jesús.
Será también nuestra maestra de oración. Nos conducirá siempre al Sagrario y nos mostrará el costado traspasado de Su Hijo, nos enseñará a entrar en la intimidad de Su Corazón traspasado.
En lo personal, en mi vida cotidiana, María representa un modelo en los dos roles fundamentales en los que me desempeño: el de educadora y el de madre. Ella es la que me forma en las virtudes cristianas, a partir de su femineidad, su paciencia infinita, su caridad y su ejemplo. A ella consagro todos mis sacrificios. Bajo su manto descansan mis hijos y el resto de mi familia. A ella le confío a las personas que partieron y que tanto extraño. Pensar en ella, pensar en su amor y su protección me trae una paz infinita. Me rindo ante la ternura de su mirada.
En este mes dedicado a María, mes de las flores, todos estamos llamados a hacer una introspección, pensar cuántas flores espirituales, cuántos sacrificios podemos hacer cada día, cómo podemos cumplir nuestras obligaciones con la alegría de saber que estamos ofreciendo a nuestra Madre espiritual lo mejor de nosotros, sin guardarnos nada. Dar, y también, agradecer su protección. Es, también, importante aprovechar este tiempo que ella nos ofrece, para ir preparando nuestro corazón a la llegada pronta de la Natividad del Señor.
Porque necesitamos el calor de su compañía, la ternura de su afecto, la alegría de su sí al Padre, cada día es una oportunidad para que pronunciemos, como nuestra Madre, un fiat lleno de amor a Dios.
Ema Elizabeth Casaliba