SÁBADO SANTO
La sepultura de Jesús y la Soledad de María
Jesús está en el sepulcro; María queda sola y espera con confianza la Resurrección de su Hijo.
Cuántas personas estarán vivenciando la soledad en este tiempo que nos toca vivir. Un tiempo que irrumpió para traernos muchos aprendizajes, sobre todo el de ponernos en el lugar del otro y, en la medida de lo posible, a su servicio.
Se puede pensar a María pasando el momento más difícil de su vida, como lo es, para cualquier madre, la muerte de su hijo. Sin embargo, debemos mirarlo en la clave de la ESPERANZA, como el nacimiento de algo nuevo. Qué hermoso es comparar esta situación con los dolores de parto, ya que quizás sean los más intensos y dolorosos, pero se atraviesan con la certeza de que en muy poco tiempo la Vida se presenta y nos hace plenos.
María estaba viendo nacer a la Iglesia; María empezaba a tener muchos hijos. En este momento coexisten el sufrimiento y la gloria. El Sí de María en la Anunciación se hace pleno en la Cruz.
Desde la Cruz hasta hoy, ella no nos deja ni un instante. Magdalena nos dijo: «Aunque quedemos solos en el mundo, confiemos en María Santísima y no nos angustiemos por nada: Ella nos proveerá de todo.»
Pidámosle a Ella que nos ayude a vivir con paciencia y humildad las dificultades que se nos presentan. Que sepamos acompañar al que se siente solo, al que sufre, con actos impregnados de Fe y con la esperanza puesta en el Resurrección.