María está envuelta en la comunión de los Santos

La Madre del Redentor tiene un lugar preciso en el plan de la salvación, porque « al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, para que recibieran la filiación adoptiva. La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre! » (Gál 4, 4-6).

Maria “que aquí en la tierra guardó fielmente su unión con el Hijo hasta la Cruz, sigue estando unida a Él… en su Asunción al Cielo, María está como envuelta por toda la realidad de la comunión de los Santos, y su misma unión con el Hijo en la gloria está dirigida toda ella hacia la plenitud definitiva del Reino, “cuando Dios sea todo en todas las cosas».

(Juan Pablo II, Redemptoris Mater, n.1)