Pentecostés

La solemnidad de Pentecostés tiene una fuerte dimensión eclesial. El Espíritu Santo abre puertas de la Iglesia actuando dentro y fuera de ella, nada lo retiene.

Los discípulos tenían miedo a los judíos y se encerraron en una casa. Allí permanecieron hasta que la fuerza del Espíritu, como un viento impetuoso, los hizo salir y los llevó a toda la tierra.

Para los amigos de Jesús, el anochecer de cualquier día se convierte en el alba de un amanecer nuevo; de un renacer en el Espíritu. Nuestra época precisa cambios y nuestra humanidad precisa firmeza frente a la corrupción que amenaza cada vez más a los habitantes del mundo.

Seamos cristianos valientes para hacer del mundo la “tierra sin males” porque el regalo ya ha sido hecho. El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.

Ahora nos toca ser dóciles a ese Espíritu, escuchar sus mociones, dejarnos aconsejar por la suavidad de su caricia. Su soplo es suave en nuestro rostro, pero es fuego en nuestras entrañas: nos llama a salir, a exponernos al daño que supone amar y dar la vida por la comunión de los hombres y las mujeres de este mundo.

Escribe Santa Magdalena: “ para poder recibir el Espíritu Santo con la abundancia de su dones es conveniente que cada uno ensanche su corazón y se disponga interiormente a una confianza total. Alejen de sí toda duda, angustia, escrúpulo y refugiense en el Corazón Santísimo de María…haremos una cadena para atraerlo: será entretejida de caridad, de oración, de jaculatorias e invocaciones, pediremos ayuda a nuestros santos protectores para que el Espíritu Santo baje a nuestros

corazones y encienda el fuego de su caridad..nos fortaleceremos con la Santa Comunión y con el cumplimiento de nuestros deberes y no dudemos que Él llenará los corazones de todos.”

 Escuchemos resonar en nuestros corazones, en nuestras familias y comunidades las palabras de Jesús:

‘Reciban el Espíritu Santo’ Te recibimos Espíritu Santo, con toda la Iglesia.haces posible en nosotros

la nueva creación. Con tu fuego de amor nos convertimos en los que sacan bendición para bendecir, nos alegramos con todos los pueblos de la tierra; intercambiamos entre todos tus mensajes de alegría. te damos gracias, te escuchamos, te seguimos.

“Reciban el Espíritu Santo…” estas palabras pronunciadas por Jesús evocan y actualizan una hermosa experiencia que compartí en mi diócesis, en la ciudad de González Chávez; junto a unas mil personas; de

diferentes lugares, edades y comunidades. Todos movilizados por el gran Amor de Dios para compartir esa gran alegría de ser Iglesia que ora, espera y recibe el don del Espíritu.

Recibí el Espíritu Santo … estoy segura, una vez más en mi vida sentí esa fuerza del Don de Dios que emocionó todo mi ser y lo iluminó, me llenó de una santa inquietud, la hizo crecer y me sigue exigiendo una respuesta.

De alguna manera me sentí atraída por ese Espíritu Santo, si bien no entendía la revolución que se daba en mi interior, sentía que me abrazaba y que ese contacto me daba el impulso, la fuerza y el coraje y también la necesidad de gritar y pedirle que me envíe, que me empuje a construir, a arriesgar, a intentar y a Proclamar la Palabra del Señor que tanta falta nos hace.

Recibo el Espíritu Santo…Sigo caminando, tratando de testimoniarlo en mis lugares más sencillos: Familia, Trabajo, Amigos, Comunidad, lo intento humildemente, todo el tiempo, tengo la certeza que no camino sola, y que recibirlo cada día me moviliza a intentar construir puentes entre nosotros.

Recibirlo también pasa por descubrir su presencia activa en nuestras vidas, es el quien nos hace fuertes, valientes, alegres, apasionados, audaces.

Escucho a Jesús que nos dice otra vez: Reciban … y pido que este Pentecostés nos ayude a hacer de nuestra vida, en los pequeños gestos y elecciones que hagamos, un himno de alabanza a Dios que es puro y verdadero Amor.

Recibámoslo así nos da la fuerza necesaria para enfrentar las dificultades que se nos presentan y para que nos guíe en la Verdad, que nos hace libres y sigamos el camino que Jesús nos indica.

“Ven Espíritu Santo! Y llena nuestros corazones con el fuego de tu Amor!!

Patricia, esposa, madre, amiga, hija y hermana, compañera de trabajo, laica canossiana.