María abraza el mismo dolor de Su Hijo
¿Cómo es posible soportar tanto dolor?
En numerosas manifestaciones marianas, la Virgen insiste con dejarnos transformar por el amor de Dios, insiste en que abramos nuestro corazón y nuestra vida a la Presencia Salvadora de su Hijo. Y Ella misma nos enseña el modo de hacer, dándonos las piedritas con las que podemos vencer al Goliat de nuestras almas (1 Samuel 17): la oración con el corazón, el ayuno, la confesión, la Eucaristía y la lectura de la Biblia, son los puntos que María nos da para recorrer un camino de santidad, de paz, de transformación interior totalmente asegurado, un camino sencillo, accesible a todos.
Estas piedritas son el modo con el que podemos sostenernos en la batalla cotidiana. Por eso nos dedicaremos a meditar sobre cada una de ellas, a la luz del carisma canossiano, pidiendo la guía del Espíritu Santo y la intercesión de la Virgen Dolorosa.
La oración con el corazón
Aquí reflexionaremos sobre la necesidad de orar con el corazón. ¿De qué se trata? La Virgen Santísima nos lo enseña. Orar con el corazón es abrirse a la presencia de Dios con lo que somos y tenemos, hacer espacio a Dios en mi vida, repasar lo vivido, las emociones, hacer memoria, conscientes de que Dios me conoce y está conmigo… Orando recobramos la paz. “Pueden perder la paz un momento, dice San Serafín de Sarov, pero enseguida poniéndose en oración, hundiéndose en la oración encontrarán la paz nuevamente”.
«Si vivís angustiados, con estrés, es que todavía no oras con el corazón».
Esta palabra «con el corazón» nunca acabaremos de entenderla, no se trata de cumplir, ni de un esfuerzo sobrehumano para que suceda algo… es disponerse a que Dios sea Dios en mí. Por eso es necesario «dedicar tiempo a Dios», hacer silencio, pedir a Dios que ore en mí, que me hable, que ilumine mi inteligencia y me ayude a comprender. ¡Dedica tiempo de calidad a Dios!
Te dejamos algunas propuestas de meditación y oración para la semana:
