Nos adentramos en el mes de nuestra Madre Dolorosa…

Ya que todo este mes lo dedicaremos a la Virgen Dolorosa, queremos acercarnos más a Ella, para ser de algún modo consuelo y “escudo y defensa de su afligido corazón” (S. Magdalena), vayamos al Jardín, al Huerto donde Dios ha plantado su Gracia (Cant. 4,12).

El Huerto hace referencia a la virginidad de nuestra Santísima Madre, que perfuma con su aroma a toda la Iglesia y a cada alma que se dispone entrar en la escuela de María, ella nos devuelve la inocencia y la confianza, se ocupa de nosotros y nos muestra el sendero de la sencillez, de la autenticidad y de la entrega. Sus perfumes consuelan al Hijo entregado por amor en la Cruz. Y su presencia nos asegura que llegaremos a Él y veremos su Rostro.

En todo el mundo canossiano, queremos “honrar a nuestra Madre con la santidad de nuestra vida”. Por eso nos comprometemos en este mes a extender su devoción y a contarles a nuestros hermanos lo que es capaz de hacer esta Santa Madre. Asimismo, rezamos todos los días la “Corona de los Dolores de María”

y rogamos especialmente para que florezcan en nosotros las virtudes teologales que recibimos en el Bautismo (fe, esperanza y caridad) y crecer cada día en humildad y caridad.