Las virtudes de María son lo que las suculentas a la tierra fértil…

Las suculentas se han puesto de moda, no hay jardín de interiores en los que no las encontremos. Y las hay de las más variadas en formas, tamaños y colores.

Son fáciles de cuidar porque necesitan poca agua, mucha luz y muchas brotan de hoja, desprendiéndolas del tallo, pues con solo apoyarlas en la tierra crecen. Su capacidad para retener el agua y soportar condiciones áridas es lo más valioso de estas plantitas.

El sustrato de las suculentas es un elemento imprescindible para el buen desarrollo de las plantas. Es importante que el sustrato que utilizamos sea aireado y tenga una buena capacidad de retención de líquidos, además debe contener los nutrientes que la planta consumirá.

Mirando este ejemplo, nos podemos ayudar en la reflexión espiritual del Corazón Inmaculado y Doloroso de la Santísima Virgen.

En la tierra de María, su alma y su interioridad han sido donde se posó la gracia. De ella brotó el tronco de Jesé … el aire del Espíritu la fue preparando y aunque le tocó un contexto árido, le bastó el toque de la Vida de Dios para dejarse fecundar y darnos el fruto bendito de su vientre.

Esperarlo, gastarlo, cuidarlo, alimentarlo, acompañarlo, sostenerlo y estar con Él siempre. Son las actitudes que nos enseña la Fe de María.

Contemplarla Dolorosa, es ver lo suculento de su alma y lo que sustenta su vida. Todos sus intereses, sus planes y sus proyectos tienen una dirección: hacer el querer de Dios.

Hacer el querer de Dios en la incertidumbre.

Hacer el querer de Dios en el gozo.

Hacer el querer de Dios en el dolor y las pruebas.

Hacer el querer de Dios en la enfermedad.

Hacer el querer de Dios en medio de tantas injusticias y maldades.

Hacer el querer de Dios bajo el peso de la Cruz.

Hacer el querer de Dios siendo testigo del Resucitado.

Hacer el querer de Dios en la comunidad-Iglesia.

En cada ejercicio de virtud tenemos lo necesario para crecer y dar fruto… tomemos la determinación de dejarlos plantar, cuidar y animar por la gracia de Dios. María nos precede con la oración y el cariño de Madre.

¡Madre, danos fe, esperanza y caridad suculentas y prepara nuestra tierra para recibir como Tú al Señor! ¡para hacer siempre y en todo el querer de Dios!