VOLUNTARIADO CANOSSIANO 2024, Encarnación, Paraguay
“Dios nos habló de AMOR”
Desde el lunes 15 al sábado 20 de julio, fuimos recibidos por las Hermanas de las Comunidades Canossianas de Encarnación, Paraguay.
Nuestro grupo estuvo integrado por 50 voluntarios de distintas edades: matrimonios, niños y jóvenes, de varias zonas de Argentina, y representantes de los grupos de la Asociación Laicos Canossianos, llegados desde Posadas, Quequén, Necochea, Bahía Blanca y Los Hornos. Las voluntarias enfermeras y una médica, se sumaron al equipo de los voluntarios profesionales que trabajan todo el año en el Centro de Salud Sagrada Familia. Nos acompañaron las Madres Jorgelina Sancho y Noelia Chamorro.
Al llegar nos recibieron las Hermanas, y comprobamos una vez más la calidez de la acogida canossiana que nos hizo sentir familia y como en casa…
Nuestro servicio estuvo destinado a las personas que viven en el Barrio Sagrada Familia ubicado en la zona costera del Rio Paraná, barrio muy cercano al puente internacional “San Roque González de Santa Cruz”. Con entusiasmo y muchas expectativas visitamos las familias, a los ancianos y a los enfermos. Los asistimos en diversas necesidades físicas y espirituales, especialmente concientizando a los vecinos sobre la importancia del cuidado del medio ambiente y de la salud, enseñándoles sobre el deshecho correcto de residuos y realizando la limpieza en los basurales del barrio. Compartimos momentos de recreación y talleres creativos para niños, y también reparaciones y mejoras en algunas viviendas y en la Capilla del lugar.
Con mucho entusiasmo y alegría, todas las mañanas comenzábamos la actividad caminando para llegar a nuestro lugar de misión. Algunas veces lo hicimos con asistencia de vehículos que nos trasladaron hacia el barrio y al centro de salud, para encontrarnos con los hermanos más necesitados.
Cuando menos lo esperábamos, Dios se nos manifestaba ahí, en el rostro de cada pobre, de cada enfermo, en momentos de silencio habitado por la oración, en cada mesa compartida, en cada celebración…
Cada uno puso a disposición de los demás su creatividad, la habilidad, la capacidad de aprender, la colaboración, el diálogo, la empatía, la escucha, los gestos que hermanan y hacen posible el milagro de la solidaridad.
Por las tardes regresábamos a la casa agradeciendo por lo vivido, por aquello que habíamos descubierto, y también asombrados por experimentar que cada gesto de ternura y cuidado tiene un valor inmenso capaz de transformar la vida de los demás.
También conocimos “Kuñatai Róga Santa Magdalena de Canossa” (Hogar de la jóven), un lugar donde se respira el enorme caudal de amor maternal de las hermanas, desplegado en la formación y promoción de las jóvenes.
Visitamos el Santuario de Nuestra Señora de Itacuá, también conocida como “Virgen de los pobres”. Allí celebramos la Eucaristía y dejamos bajo su manto a tantos hijos suyos que sufren de distintas dolencias espirituales y materiales.
Regresamos a nuestras casas y a nuestras actividades cotidianas habiendo experimentado la alegría del servicio y la presencia viva del Carisma Canossiano que enciende la vida de tantos hermanos.
RESONANCIAS en las voces de los Voluntarios:
“Gracias por todo lo vivido, por todo lo aprendido y por todo lo compartido. Gracias por enseñarme el verdadero significado de la solidaridad y por recordarme que juntos podemos lograr grandes cosas. Gracias a cada una de las madres y voluntarios, especialmente con los que pude compartir las visitas a las casas. Sin dudas, a medida que el tiempo va pasando o las circunstancias de la vida que nos atraviesan nos van haciendo más conscientes de que sólo tenemos este instante… somos los abrazos que damos, las sonrisas que regalamos, las manos que sostenemos, el amor que dejamos en cada cosa que hacemos. Deseo que podamos seguir encendiendo nuestras vidas tras las huellas de Magdalena”. Natalia de Punta Alta
“Regreso con el corazón repleto de amor y experiencias vividas al recordar esas caritas de alegría de los nenes. Conocí un voluntariado hermoso y solidario. Unidos por el fuego de la Caridad, del amor de Jesús, que Santa Magdalena no dejó que se apague… Gracias totales voluntarios, Madres Canossianas y a la comunidad de Encarnación que nos acogió con tanta ternura. Gracias por continuar esta bella Obra en la cual fue mi primera experiencia, inolvidable y llena de alegría en el servicio”. (Clarisa, Laica Canossiana de Posadas)
“A veces las palabras no logran expresar lo que siente nuestro corazón. Gracias queridas Madres por abrirnos las puertas, darnos la posibilidad de brindarnos a los demás y tratarnos con tanta delicadeza. Es emocionante ver como crece la obra de Encarnación en cada uno de sus lugares. Fue un placer encontrarme con tantos Laicos Canossianos. Doy gracias a Dios por haber compartido otro voluntariado con mi familia, con amigos y compañeras de trabajo”. Karina, Laica Canossiana de Los Hornos
“Fue mi primer voluntariado y no va a ser el último, fue muy fuerte lo vivido, aún sigo procesando todo. Lo más maravilloso es que en cada persona a la que dimos un abrazo, una sonrisa, un juego, una charla, pude ver a Jesús… me vuelvo con el corazón tan lleno de amor que lo único que queda es compartirlo , gracias a todos por tanto cariño y dedicación”. Gabriela, Laica Canossiana de Quequén
“Si Dios quiere, el próximo voluntariado estaré allí, fue un gusto compartir tan hermosa experiencia. Fui muy ilusionada y con mi corazón lleno de amor para dar, volví con mi corazón REPLETO DE AMOR”. Susana, de Los Hornos
“Muchas gracias a todos por la experiencia… superó mis expectativas. Agradecida de todo el amor que nos dieron, la atención, el compromiso del grupo. Quiero destacar que sin conocernos la mayoría me hicieron sentir en casa todos los días, en especial el día de mi cumpleaños”. Ana Paula, profesora de Berisso
María Laura Garritano y Marcela Slobogian